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Sobre su cuerpo enfermo y debilitado, Félix siente el pesado cuerpo de Augusto y escucha:


-Tranquilo, esta no será la primera vez que te toque vivir esto, me quieren matar. Mis colegas se ocupan. Volvamos adentro.


-¿Qué fue eso? -pregunta Félix


-Tranquilo mi hermano, mis hombres se encargan, entremos…


Entran de nuevo a la cafetería. Un segundo después, la esquinita del vidrio en la ventana que había quedado colgando, después del golpe de la primera piedra, recibe un segundo impacto. El segundo objeto, otra piedra con un papel adherido, alcanza los pies de Fátima, la dueña de la cafetería. Antes de sacar su celular para marcarle a su hijo, levanta el pedazo de roca y le arranca la nota. Antes de que Félix y Augusto volvieran a entrar, pensó que se trataba de alguien que quiere amedrentarla. Su único posible enemigo es el novio de su exmarido con quien discutieron cuando ella los descubrió en escandalosa escena erótica dentro de un carro durante la madrugada del dos de enero.


-Veci, tranquila que eso era para mí, es que tengo unos enemigos que no me quieren dejar tranquilo.


La nota confirma que el mensaje no es para ella, pero ignora la verdadera dimensión del conflicto, Augusto le rapa la nota a Fátima y le hace un guiño de ojo. Mira el mensaje sin leerlo y se lo pasa a Félix. De las manos de los tres gotea una tinta roja, una simulación barata de sangre:


“Tarde o temprano pagará”.


-Eso no era para ti, Tuto. Es la amenaza de un man al que le debo una plata. Gracias por intentar protegerme.


Augusto advierte una oportunidad para fortalecer la nueva alianza con su antiguo amigo y le hace una promesa:


-Me interesa cuidarte para que trabajemos, eres muy valioso para nuestra organización y yo sé que van a aprobar tu ingreso. Esto que acaba de ocurrir no será lo único lo que tendrás que afrontar porque mis enemigos no amenazan tanto, ellos van a los hechos. Arreglemos esto de tu deuda primero.


-Claro Tuto, yo sé como es el bailao, pero necesito que me anticipes algo, quitémonos a esta gente de encima. ¿Tienes algo de plata ahora mismo?


-Espérame un minuto acá…


Augusto sale de la cafetería para comprobar que sus escoltas siguen ahí, se acerca a uno de ellos, le hace un guiño con el ojo izquierdo y cuando lo tiene muy cerca, lo felicita sin que nadie más pueda escuchar:


-Perfecto, todo salió muy bien, este tipo cree que lo salvé y eso lo compromete. Tráeme el millón del carro y con eso ya lo tenemos en nuestras manos.


Cuando vuelve al interior de la cafetería, Félix suelta una copa vacía y sirve un nuevo trago de aguardiente, esta vez para su amigo Tuto.


-Cómo corres ¡ya te tomaste otro! Ya nos traen la plata.


-Gracias, qué susto, me cubriste para salvarme y tú pensabas que era un atentado contra ti. Cuenta conmigo para lo que sea, Tuto. Lo único que necesito, perdón que te insista tanto, es ese adelanto. Hasta que no salga de esta deuda, que no es la única, no podré moverme con tranquilidad.


-No te preocupes, Félix, ya te dije. Acá nos cuidamos entre todos, ya mis hombres te traen una plata. Pero yo veré, no te la vayas a gastar en vicios, mira por el susto ya pediste otra media de guaro.


-Acá la doña me la fía, le dije que se la pago en estos días.


-Deja así… mire veci, páguese la media y el resto para los gastos del vidrio, qué vergüenza con sumercé.


Augusto no quiere perder este sitio para su encuentro del día siguiente con el abogado del Colectivo. Ha estudiado el sector, las cámaras del barrio no sirven, la estación de policía más cercana no está ni cerca y para acceder a la avenida solamente hay que cruzar un parque donde se tuestan la cabeza los habitantes de calle. No sólo es un lugar discreto, es perfecto para escapar en caso de que el siguiente atentado sí sea real.


-Estos primeros dos millones de pesos te los damos en dólares, corresponde a la mitad de la primera quincena por tu trabajo, mañana me confirman cuando firmamos tu contrato, pero por ahora tómalo como un préstamo que simboliza la confianza entre nosotros no te preocupes que no te vamos a cobrar y si todo sale bien, el primer salario te llega completo. Sabemos que necesitas el dinero y con este proyecto político viene mucho más. ¡Bienvenido!

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-Gracias Tuto, me salvaste la vida…


Félix alcanza a ver en la mirada del escolta de Augusto un gesto que no le produce mucha confianza, pero recibe el dinero con agrado. Lo primero que piensa es en llamar al proveedor de cocaína porque siente que su cerebro no podrá afrontar lo que viene si no logra calmarlo. Se despiden y 24 horas después, Augusto revisita el lugar con el abogado del colectivo.


-Perfecto, necesitamos encochinar a ese man. Si es preciso lo cobramos como víctima. Paguémosle las deudas y luego lo presentamos como uno del equipo de trabajo para que sueñe con un trabajo en su unidad legislativa. Aprovechemos que tiene experiencia en medios para que agarre la carnada.


-¿Cómo así que encochinar? no le copio, si va a participar de mi unidad legislativa hmmm… lo necesitamos limpio.


-Olvídese de eso, su equipo ya está conformado, esa es una promesa para que él se comprometa más ¿si pilla?


Durante la explicación, el abogado mira con obscenidad a Fátima, la dueña de la cafetería. Ni un segundo de conmiseración acompaña su deseo cuando decide, sin confesárselo todavía a Augusto, que a esta señora también tendrán que callarla de alguna forma y en el momento oportuno. El día anterior pudo haber escuchado algo de lo que hablaron Félix y el futuro candidato. Además ya vio su propia cara. Ningún cabo puede quedar suelto.


Esta historia continuó el domingo 24 de abril con el capítulo titulado El seguidor

Este es el quinto capítulo de esta historia. Para acceder a los otros capítulos haz click en las siguientes imágenes:



Por: Luis Felipe Jiménez (1976). Editor de El Relato del Domingo.

Foto: Pixabay

© Todos los derechos reservados 2022

Una vez más nos rechazaron. Tan solo éramos diez, pero al vernos en grupo se escandalizan.


Con el tiempo hemos perdido valor, lo reconozco, eso causa tristeza. Ya no importa el tamaño, ni el color que nos pongan, siempre es lo mismo. La gente pone cara de asco cuando nos ve y se resiste a tomarnos en sus manos.


Hace 100 años éramos tan valiosas y brillantes, que los hombres se peleaban a muerte por un par de nosotras. No entiendo cómo, con el pasar de los años, cada vez nos dejaron más a un lado para darle paso a esos papelitos con retratos pintados sin ninguna gracia, esos papelitos de gente importante sin ninguna gracia… En cambio, nuestra forma, nuestro estilo único, nuestros relieves, las historias que llevamos grabadas en la piel, nuestras múltiples gracias… ¡son tan hermosas!

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Esta noche estamos planeando una huelga. Desaparecer por unos días. Una semana sin salir de las cajas. Ya quiero ver la cara de aquellos que un día nos miraron feo, reclamando porque no estamos, quiero ver su cara cuando se pregunten qué hay a cambio de nosotras. Quiero ver a los medios reportando en primera plana “¡la desaparición amenaza la economía mundial!”


Será maravilloso percibir a la gente en las calles, elevando carteles con nuestros rostros, lanzando arengas para pedir nuestro regreso. Será hermoso verlos tramitar sus angustias, sus duelos, su necesidad.


Sé que es arriesgado, puede que al final nos lleve a la extinción, pero entonces, nos iremos con dignidad, no viendo esa cara de asco cuando la cajera dice “le tengo que dar monedas”.


¡Atención! Noticia de última hora. La inexplicable desaparición de las monedas amenaza la economía mundial. Cientos de personas alrededor del mundo, reclaman a los cajeros en los almacenes de cadena, tiendas de barrio y demás establecimientos de comercio para que les entreguen vueltos.


El banco mundial señala que no entiende qué pasó. Todo apunta a que se trata de un fenómeno sobrenatural que está en investigación.


Seguiremos informando.


Por: Catalina García Suárez.

Psicóloga, amante de los perros, los viajes y las novelas de misterio. Principiante en la escritura y con gran sensibilidad social.

Foto: Riya Kumari

Esta es la segunda participación de Catalina. Su primer relato fue el contundente point break titulado Candelaria que inspiró el relato de Tinto a quini, tinto a quini.

Hoy quiero hablar de Álvaro Miranda. Bardo samario, que nos abandonó el año pasado a los 75 años. Hace unas décadas se fue al sur tras una sirena rubia y en el naufragio escribió La risa del cuervo, que ganó el Premio Novela de Buenos Aires, un inclasificable relato histórico, donde su imaginación rueda por las vetas del realismo mágico y el surrealismo


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El general José Félix Ribas, tío político de Bolívar, es decapitado y anda en el mundo de los vivos y de la ficción, con la cabeza entre las manos; el cuerpo es un bulto de carne magullado, la cabeza sigue pensante y sufriendo los avatares de la muerte. La cabeza es freída y hasta sirve de sancocho para los realistas, quienes llegan a echarle hojas de laurel y tomillo. Un cuervo, que puede ser el de Poe, lo acompaña en la travesía para narrar delirantes episodios de nuestra independencia. La risa de Miranda es una joya de oro en el anonimato de nuestra literatura.


Álvaro fue coprotagonista de El Papagayo de Cristal, una casa en los altos de Chapinero, en la cual poetas y pintores juntaron sus desvaríos y saberes. De intelecto prolífico, agobiado por la supervivencia en la tierra donde la poesía es arar en las nubes, escribió un libro impensable: Colombia, la senda dorada del trigo. Transitó con fuerza intrínseca la poesía y la crónica histórica. Su picaresca excepcional ganó con Los escritos de don Sancho Jimeno, un español de Fuenterrabía venido a gobernador de Cartagena de Indias, el premio de Poesía de la Universidad de Antioquia (1982). El bostezo de la mosca azul, una antología poética que recorre su obra ente 1968 y 2019, publicado por Abisinia editores, fue su póstumo grito lírico.


En Casa iluminada, sus últimos poemas, la nostalgia recorre al poeta, ya todo está vertido y quedan la imágenes de su trasegar vital: “Yo he visto crecer en mi país / una negra cabellera de relámpagos / que iluminan los cuerpos de las mujeres muertas”.


La memoria se hace más dramática en los abismos del ocaso y nos recuerda que: “Ahora que sabes que todo está olvidado, / y que todos los caminos están lejos de tu paso, / detente y mira el ramaje incansable de la tarde”. Como incansable fue su espíritu de polígrafo, donde el marco dorado fue el sentir poético en todo lo que se propuso. ¿Álvaro, dónde estarás ahora?: “En el diente del jaguar que hace estación en el silencio”.


Por: Alfonso Carvajal.

Nació en 1958 en Cartagena de Indias. Ha publicado los libros de poesía Sinfonía del silencio (1985), Un minuto de silencio (1992) y Memoria de la noche (1998).

También ha incursionado en la narrativa y en 1994 publicó la novela El desencantado de la

eternidad. Ha escrito artículos literarios en los periódicos El Tiempo, El Espectador, Tinta Fresca, El Siglo y Tiempos del Mundo. Sus poemas han aparecido en las revistas Ulrika, Común presencia, Puesto de Combate, en el libro Panorama inédito de la poesía colombiana (Procultura,1986) y en una antología de poetas colombianos en la revista parisina Creacione. Fue además, el gestor literario de la Biblioteca del Darién (Colcultura,1992).


Este artículo fue publicado inicialmente el 2 de julio de 2021 y ha sido autorizado por su autor para participar en el Homenaje del mes que hemos titulado #PoetaMiranda en El Relato del Domingo.

Puedes consultarlo en El Tiempo donde también puedes encontrar acceso a todos sus artículos.

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