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A diario, custodiada hacia el oriente por un escuadrón imponente de guerreras vestidas de verde, con sus faldas socavadas por el cemento, Candelaria despierta, se toma un agua de panela "pal frío", alista los termos, el agua y el café, y sale con su carro a la esquina de Plaza España, donde es testigo de miles de historias, de dolor, tristeza, muerte, de amor, de vida.



 

Por: Catalina García Suárez.

Psicóloga, amante de los perros, los viajes y las novelas de misterio. Principiante en la escritura y con gran sensibilidad social.

Este relato inspiró el relato Tinto a quinientos, tinto a quini que se ofrece como una secuela a esta historia.

Foto: Jimmy Gómez en Panoramio


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