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-Yo voy por él ¿te gusta?…


-Look at this dope flyer, it´s mad cute! (mira este cartel, está fantástico)


Eduardo elogia el cartel que servirá para que Martín la reconozca en el aeropuerto. Ella está más que satisfecha por su creación. Algo que pudo ser un simple letrero que dijera: “Bienvenido Martín Bessa”, es mucho más que eso; muestra el entusiasmo que siente la pareja Katherine-Eduardo con la visita del árbitro:


“Martín Bessa, vamos a cambiar el mundo. Bienvenido”.


Katherine retrató las caras de ambos en acuarela. Arriba, enmarcada por una nube como si estuvieran soñándolo, la foto que el árbitro le adjuntó a Eduardo para que lo reconociera. Son muchos años sin verse. En el email, Martín redactó un comentario generoso sobre su percepción inicial acerca del proyecto. Manifestó una serie de inquietudes despertadas a partir de las aspiraciones consagradas en la visión empresarial del mismo. Le pareció justo corresponder con generosidad la confianza que depositaron en él.


El arte del cartel es la firma del talento de Katherine y aunque no es plenamente consciente de esto, en este mensaje de bienvenida también dejó plasmada una parte de su visión de mundo. La única contribución de un aparato electrónico en el cartel fue la foto del invitado. El cartel, además, es señal del compromiso profesional de esta pareja de emprendedores y sobre todo, será el primer abrazo simbólico que recibirá Martín cuando pise el país.





-Thank you dear, we are gonna persuade him to accept being part of this project. (Gracias cariño, lo vamos a persuadir para que acepte ser parte de este proyecto)


Katherine no sólo intuye la posible aceptación de Martín; presiente que se comprometerá a fondo con el proyecto. Cuando Eduardo le leyó el comentario y las preguntas del invitado, vislumbró el potencial del árbitro.


Eduardo sabe que Martín es la persona indicada, siempre tuvo la convicción que a través de su sentido de justicia terminarán de construir el juego con el que han estado obsesionados Katherine y él. De ahí su insistencia ante la Junta Directiva para que se votase a favor de asignar un presupuesto adicional con el objetivo de financiar el viaje de Martín. Aunque confía en su criterio para comprender todo a partir del contexto, para impedir que algún modismo le resulte extraño e incomprensible, le sugiere a Katherine que lo invite a hablar despacio. La comunicación asertiva entre ellos es vital para el proyecto.


-Right, he´s our guy, just ask him to speak slowly, Kathe. (Exacto, es nuestro hombre, pídele que te hable despacio)


-Mi cariño bonito, no necesito, yo le voy a entender toda.


-Todo, honey, jajajajaja


-Jajajaja don´t worry, we´re gonna do this better than you could even imagine. (No te preocupes, lo vamos a hacer mejor de lo que imaginas).


La inquietud de Eduardo aflora de su desarraigo. Los años que lleva en Estados Unidos le han dificultado comprender algunas expresiones nuevas de los colombianos. Ha constatado incluso que ciertas costumbres suyas, de su familia, de toda la vida, ya no hacen parte de la cotidianidad de los compatriotas que vienen a Virginia por distintos motivos. Este sentimiento, no obstante, no lo agobia, más bien lo motiva.


-De ahora en adelante no se habla inglés en esta casa, vamos a hacer lo que tú sugeriste.


-That´s right, baby


-Kathe, por favor.


Katherine está comprometida con la importancia de incluir a los nuevos miembros del equipo. Para ella es importante que todos hablen español y asume que las variedades dialectales enriquecerán la base cultural del proyecto. Su madre, una migrante cubana, le habló en español hasta el último día de su vida, incluso delante de su padre que a penas enredaba esta lengua para lo más básico.


-Jajajajaja está bien, vamos por él…


-Nos vemos esta noche, mi amor.


No alcanza a cerrarse la puerta cuando Eduardo siente la mano de ella en su nalga. Cierra los ojos y mira el reloj.


-No corras, Edu. Nadie te exige llegar a ninguna hora.


-Lo sé, pero tú…


-Estamos a tiempo, el vuelo no se adelanta. ¡Respira! Ahora te vas a tener que bañar de nuevo, pero conmigo.


Eduardo termina de voltear su cuerpo, mira el entrecejo de Katherine y comienza a recorrer su nariz con la mirada. El ligerísimo comienzo de una sonrisa de ella lo mueve hacia adelante. Katherine traslada una gota de pintura de su dedo índice al cuello de Eduardo. La respiración de Eduardo en su quijada anuncia el gran temblor, el pulso de ambos se acelera. No hay más palabras para decirse, ahora hablan sus cuerpos.


La puerta se cierra por el impulso del viento que atraviesa su hogar desde la ventana de la cocina.


-Despacio, amor, primero despacio…


Esta historia continua con: La invitación


Capítulo anterior: Cara de Búho


 

Por: Luis Felipe Jiménez Jiménez, Bogotá, Colombia, abril de 2023 © Todos los derechos reservados

Foto: Engin Akyurt

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