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Tin era apenas un niño cuando salvó una amistad. A sus 11 años concilió la primera disputa. Los dos fugaces enemigos estuvieron a punto de ver sangre en sus rostros cuando Tin les dijo las palabras adecuadas. Tardaron en volverse a hablar, pero una reflexión estuvo acompañándolos todos esos días hasta que David tomó la iniciativa de invitar a Edu a jugar el divertido Mete Gol Tapa. Jugar fútbol los reconcilió definitivamente.


Durante el recreo entre clases, Tin se dedicó a verlos jugar mientras terminaba una tarea que aplazó el día anterior por exceso de sueño. No le rindió mucho porque el juego y la singularidad de sus reglas lo atraparon. No ganaba el que más goles hiciera sino quien, terminado el recreo, ostentara la responsabilidad del arquero. Tin consideró la idea de proponerse como árbitro para que, en caso de ser requerido, se dictaminara objetivamente si había faltas, manos o hasta tarjetas amarillas. No propuso nada, sin embargo a partir de ese día comenzó a escuchar los partidos de fútbol que transmitía en una cadena local la joven promesa del periodismo deportivo: el Petiso Arango.


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Martín Bessa cargó siempre la reputación de ser un niño sociable durante los recreos. Eso sí, era tímido y reservado en las aulas de clase. Varios de sus compañeros coincidían: “Tin es mi mejor amigo”. Eso le otorgaba un grado de liderazgo. Nunca generó el desorden y sus profesores lo destacaban como alguien que fomentaba el respeto. “Es el único niño que le pide silencio a sus compañeros de clase. No es un niño común”, sostenían sus profesoras.


A sus 22 años, cuando abandonó la carrera de derecho, se enfocó en la actividad física y se la jugó por el sueño de su vida: ser árbitro de fútbol. Primero cursó la licenciatura en educación física y luego hizo cursos en el Colegio Nacional de Árbitros. Lo llamaron poco a poco a pitar en juegos de aficionados, hasta que obtuvo un contrato para pitar en la segunda división del fútbol profesional, donde ha trabajado hasta el día de hoy, cuando recibió una amenaza que lo ha cuestionado si vale la pena seguir arriesgando su vida en los estadios…


Lee acá los siguientes capítulos:





Lee la versión de la inteligencia artificial ChatGPT titulada: "Expulsión"


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Autor: Luis Felipe Jiménez Jiménez. Marzo de 2023. © Todos los derechos reservados.

Foto: Mong Mong

¿La inteligencia artificial reemplazará a los autores humanos de literatura? Comenzamos a experimentar con ChatGPT y abrimos la mente para entender lo que sucede en el mundo. Vamos a retar a la inteligencia artificial.


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Cuando escribimos "El camino de Mauro" partimos de una inquietud básica: Cómo sería la historia de un hombre con alzheimer que fue abandonado por su pareja.


Le solicitamos a ChatGPT: "Escribe un relato sobre un hombre con Alzheimer que fue abandonado por su pareja". Acá compartimos su respuesta y oportunamente publicaremos las conclusiones sobre el experimento que comenzamos a hacer a partir de hoy:


"Había una vez un hombre llamado Juan, que había sido diagnosticado con Alzheimer. Vivía junto a su pareja, María, en una casa pequeña y acogedora en las afueras de la ciudad. María lo cuidaba con amor y dedicación, pero conforme el tiempo pasaba, el Alzheimer de Juan empeoraba.


Un día, María decidió que no podía seguir cuidando a Juan. Había llegado al límite de su capacidad y no sabía cómo continuar. Con lágrimas en los ojos, le dijo a Juan que no podía seguir cuidándolo y que debía irse.


Juan no entendía lo que estaba pasando. Recordaba a María, su amor de toda la vida, pero no entendía por qué ella estaba triste y le decía que debía irse. María lo llevó a un hogar para ancianos y lo dejó allí, sin darle muchas explicaciones.


Juan se sintió abandonado y confundido. No entendía por qué María lo había dejado allí, y poco a poco, su memoria empezó a fallar aún más. Ya no recordaba quién era María, ni por qué estaba en ese lugar. Se sentía solo y triste.


Los días pasaban lentamente para Juan, quien se había adaptado al hogar para ancianos. Sin embargo, nunca dejó de preguntarse por qué María lo había abandonado. A veces, intentaba llamarla, pero no recordaba su número de teléfono. Otras veces, trataba de escapar para ir a buscarla, pero siempre lo detenían.


Un día, mientras paseaba por los jardines del hogar para ancianos, vio a una mujer que le resultaba familiar. Era María, quien había venido a visitarlo. Juan se emocionó al verla, pero también se sintió confundido, no sabía quién era ella realmente.


María le explicó que ella era su pareja, y que lo había dejado en ese lugar porque no podía cuidarlo sola. Le dijo que lo amaba y que nunca lo había olvidado. Juan trató de recordarla, pero su memoria ya no estaba tan clara.


A partir de entonces, María visitó a Juan con más frecuencia. Aunque él ya no recordaba muchas cosas, siempre se emocionaba al verla y se sentía feliz. A veces, incluso le decía que la amaba, sin saber realmente por qué. Aunque su memoria ya no estaba completa, el amor que sentía por María nunca se desvaneció."


La próxima semana compartimos la segunda parte de este experimento...


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