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Camilo leyó su nombre en las páginas de un libro y decidió escribirle a la autora esta sentida carta que tenemos el honor de compartir contigo. Tenemos la autorización del autor para hacerla pública:


Cuando el crepúsculo se asoma, el escondite es poesía que trasciende al tiempo
El escondite es una metáfora

Para Adriana

La brisa llega, inusitada, enriqueciéndonos con sutiles matices y perfumes. Es suave y pasajera, ligera. Trae consigo partículas de las maravillas que encuentra en su camino.


Así, nos ofrece generosa la salinidad y frescura de un mar distante, con su vaivén incesante. O el aroma de flores y bosques, lejanos y presentes. Tiene, entonces, la brisa, el poder de jugar con el espacio y el tiempo, y desdibujar límites entre lo que fue, ha sido y es. Hay en esa facultad un poder inmenso que amplía nuestra presencia física y temporal. Su escrito tiene hoy para mí este impacto. Me conmueve profundamente. Sus palabras precisas, claras y fluidas, hacen vigente esa tarde de escondite. Más aún, lo hacen a través de su experiencia. Recibo entonces el detalle del crepúsculo, la luz del momento, la narrativa de lo mágico. Toda una era de nuestras vidas. Me redescubro en esa óptica, en la belleza de esa realidad. Soy afortunado de haber compartido con usted esa expresión de mí, de esa cosmogonía. Lo he hecho con contadas almas, y ahora me la regala usted con el aporte de su impresión de encanto.

Lo tangible y lo etéreo. Uno sólo. Gracias, siempre, Camilo


Compartimos con las personas amigas de El Relato del Domingo esta carta porque el género epistolar tiene ese poder inmenso de comunicar la intimidad con amor y aunque hemos escrito diversas cartas imaginadas por personajes de ficción, el mensaje de Camilo responde a la lectura de un capítulo del libro Sin miedo a la Sangre de Adriana Serna Lozano publicado por Taller de Edición Roca que puedes adquirir a través de este link. O puedes preguntarlo en la Librería Nacional


El escondite es una aproximación a la vida de Camilo Peláez, autor de la carta.

Camilo hace parte del equipo de El Relato de Domingo, y Luis Felipe Jiménez escribe un texto sobre él porque es un ser especial que aprendió a ser zurdo luego de haber sido toda la vida diestro. Si escribes con la zurda o eres ambidiestro, suscríbete y déjanos un mensaje e inspira con nosotros.


Autor: Camilo Peláez

Foto: Dzenina Lukac

¿Estudiamos literatura para ser escritores?


Durante el comienzo de la carrera de Estudios Literarios en la universidad, me llamó la atención la inquietud ¿estudiamos literatura para ser escritores? Responder esa pregunta nos desafía.


Casi de manera unánime, los hombres y las mujeres que me dictaron clase, sostenían que no estudiamos para ser escritores, sino para ser Profesionales en Estudios Literarios. El poeta Augusto Pinilla me dijo varias veces: "si quieres ser escritor, escribe". Y eso hago.


Siempre quise ser escritor, incluso cuando creía que mi carrera sería la administración de justicia, cuando fui militar durante el servicio obligatorio o cuando cursé, durante varios semestres, la carrera de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Ahora sé que estudié para aprender a leer. A leer textos, a leer contextos y la vida misma.


Mi convicción se mantuvo incólume: quería ser escritor. Ahora, más de veinte años después, lo tengo absolutamente claro: ya lo era. Era escritor desde que estaba en el colegio, pero me faltaba vivir mucho. Y sobre todo, me faltaba pulir la experiencia de la escritura; labor que hago y haré siempre, incluso ante la aparición de las inteligencias artificiales. En la carrera, la maestría y la vida laboral, he tenido que leer todo tipo de libros, de documentos, he abarcado distintos enfoques disciplinarios, teorías. La semántica, la sociolingüística, la gramática, la semiótica me abrieron los ojos para ver mejor a la realidad. Para ser escritor, además de escribir, he tenido que vivir mucho, errar mucho, moverme en distintos ámbitos, conocer todo tipo de personas. Y sobre todo: leer, escribir y borrar mucho. Antes de que un cuento de mi autoría se ganara un concurso literario, en 2007, no había participado decididamente en ningún otro concurso, porque escribir para concursar no me apasiona. Entonces, cuando un cuento de mi autoría recibió el galardón en el Teatro Colón, comprendí que había asumido socialmente una responsabilidad: mejorar todos los días. Trabajar mi arte toda la vida.


En la institución donde realicé mi pregrado, los Estudios Literarios hacen parte de la Facultad de Ciencias Sociales. Estoy de acuerdo que el estudio juicioso de la literatura es un estudio científico. No obstante, el ejercicio de la escritura literaria corresponde más a las humanidades y es, a mi juicio, un ARTE. Arte es lo que escribo cuando escribo ficción y Ciencia es lo que aspiro a hacer cuando escribo un ensayo, por ejemplo. He escrito ensayos no literarios sobre diversas temáticas y me he especializado en la comunicación, las teorías de la comunicación, la publicidad y el impacto de los medios en la historia del ser humano. La literatura como arte y como ciencia, son disciplinas humanistas y ahora que las màquinas pretenden hacer el arte por nosotros, los humanos, me he motivado más a desafiarlas y si no, al menos a dar cuenta de lo que las máquinas hacen. Ahora estudio a las inteligencias artificiales, por ejemplo.


Lo que más me gusta es ejecutar el arte literario, porque allí encuentro el medio más eficaz y libre de expresión humana. Aunque aclaro, quisiera ser músico profesional porque la música es el arte mayor. En la literatura cabe todo, y eso es lo que pretendo. Busco darle música a mis letras y al mismo tiempo en un cuento, por ejemplo, puedo hacer una sátira social a la democracia, como en el cuento "Resiste" que comparto hoy con los suscriptores Premium de este sitio web.



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Nos vemos, nos leemos, nos escuchamos.



Imagen: Cottonbro Studio



Vamos a debatir desde un enfoque técnico si el "lenguaje inclusivo" es incluyente o excluyente.

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