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La primera vez que la vi fue una noche en el Chorro, allá nos parchábamos. Yo vendía pipas, cueros y manillas. La vi y quedé enciegao. Punketa y todo, se ganó el respeto de mi parche.


Ella llegó sola, la cresta la tenía más larga, roja sangre, una chimba. A mí las punketas me excitan, son puro voltaje. Ella y yo nos quisimos rápido, sin rodeos maricas. Pero no me soltó ni un beso.



Una semana después le presté veinte lucas para completar el arriendo de su pieza en la Candelaria. A los dos días me los pagó.

No nací para andar debiendo, Jimi, me dijo


-Tome ahí, usted sabe que yo sí le doy cara, Zarra


No hubo parque que no nos fumáramos. En esa época Lisa era muy rara, unas veces me tuteaba y otras veces me pateaba. Un día me decía `te quiero´ y al otro día me escupía.


Una vez cascamos a un tombo, por caspa, disque pidiéndonos la liga o el moño.


Un día le quise decir que la amaba


-Yo quería que nos casáramos y tuviéramos un chino. Como yo la quería como mi mujer, pues paila se abrió.


-Yo no soy de nadie, me dijo. Preferí dejarla sana.


Al otro día leí una noticia en un periódico que me encontré en un parque.


"Estaba toda perdida..

cuando la encontré, no recordaba nada. Preguntaba desesperada por un tal Zarra", narró Rubén Díaz, celador de la Biblioteca Luis Ángel Arango:


"Yo paso por acá a las cinco para

prestar mi turno como todos los santos días y la

vi ahí tirada toda golpeada"


La joven fue encontrada cerca a la Plaza de Bolívar con signos de abuso carnal violento. No publicamos las imágenes por…”


-Con esa cresta parece un mancito, yo la tengo para que le hagan, dijo el hombre más alto.


Lisa le mordió un dedo para soltarse..


-¡Esta malparida me mordió, vida puerca!


Los labios de Lisa se empaparon de sangre. Intentó gritar, pero fue callada

Le amordazaron la boca con una bayetilla untada de aceite. Lisa le arrancó un pequeño mechón de pelo al más alto y le rasgó la cara.


-Entre más calmada mejor le va, mamita


-Está muy buena, pero muy arisca, dijo el calvo


Mientras la sujetaba, el gordo le desabrochó el cinturón y el alto le rasgó la blusa.

Con asco, muy cerca a su oreja izquierda, escuchó las palabras y la respiración alterada del gordo.


Lisa luchó con todas sus fuerzas para zafarse y con una patada alcanzó la rodilla del calvo.


-Perra, marquémosla para que no nos olvide.

Con su último esfuerzo lisa lo arañó en la cara


-Con la navaja rásguele la cara, imploró el más alto


Lisa esputó con fuerza y con su último aliento


-Calladita y quietica piroba que ya perdió…


El más alto le frotó en la nariz un pañuelo que sacó de una bolsa azul…

Lisa sintió que el mundo se apagaba…


Zarra llega a Medicina legal donde confirma la noticia del periódico.


-Sáqueme de acá Zarra, sáqueme.


-Señorita, es muy importante que haga la denuncia, le dicen.


-Vámonos Zarra, se lo ruego.


Un sol espléndido gobierna la ciudad


Lisa casi cae desmayada.


-Si quedé embarazada voy a abortar, Zarra


-Tranquila Lisa, respire, luego miramos… tome aire, subámonos a ese taxi...


Velocidad, ruido, desorden, basura… los ritmos de la ciudad.

Lisa escucha unos cánticos en la calle...

Lisa se recuesta en el hombro de Zarra y a punto de desvanecer, observa el sol en la ciudad por la ventana...


-Acá habrá un muerto o habrá dos, pero no voy a parir ese bebé


FIN


 

Por: Pipe Jiménez (1976)

© Todos los derechos reservados 2022

Foto de Burak Kostak

Este es el capítulo final de la historia de Lisa. Click en las imágenes para conocer los capítulos anteriores



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