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Para el Maestro Germán Espinosa, allá donde esté.


 “A las diez de la noche me llamó (Germán Espinosa), sonaba tranquilo, como si nada hubiera pasado…


`Esta es una carcajada de Dios. Dios es un jodido que me dejó vivir para que presenciara esto. A Dios le gusta demostrar que es omnipotente… yo debí morir en diciembre… yo necesito que me acompañen a morir; porque hoy también me morí yo. Esto que ven ahora es una sombra…´”


Fragmento del diario de Johann Rodríguez-Bravo fechado el 19 de octubre de 2005. Corresponde al recuerdo de la mañana en la que el escritor colombiano (y universal) Germán Espinosa le contó a Rodríguez que falleció Josefina, la mujer de su vida.


 

-No puedo permitir que nadie se entere de las razones que me trajeron donde este tipo. Si me llegaran a descubrir acá, es probable que pierda mi trabajo, mi credibilidad y todo lo que he construido hasta hoy. 


Tomás Ponce Borel, 48, psiquiatra y filósofo, una maestría y un título con honores de la Société Psychanalytique de Paris.

Su aspecto físico no nos preocupa. Sí, las razones por las que Tommy, como le dicen sus amigos, está a punto de rendirse.


Tiene razón cuando dice que perdería toda su credibilidad si se llegara a saber por qué visita esta sala de espera. Cuando se desconoce el contexto, aparecen los prejuicios que destruyen la reputación de cualquier persona.


En su lista de éxitos no hay asomo alguno de cualquier rumor que las revistas light o los medios amarillistas se atrevan a reprochar. 


Profesional exitoso, administrador de una jugosa herencia por parte de la familia de su madre, una de aquellas descendientes de la aristocracia peninsular que visitaba duques y cenaba con el poder. Tomás nació con suerte y fue disciplinado. Brillante estudiante tanto en los dos carreras, como en la maestría. Sobre el doctorado aún discute si vale la pena entregarle la idea de su investigación a esta o aquella Universidad que quiere reclamárselo para acreditarse.


Su tesis doctoral, evaluada sin compasión por los pares, será una de las publicaciones destacadas en su área de investigación, acá o allá, no importa. Las diligencias inter-institucionales son formalismos que no nos ocupan en este momento.


Laura Pombo Urrutia, 39, ejecutiva de una agencia de medios, brillante inteligencia social. Dichosa economista con virtud para los números. Prometió amar a Tomás… toda la vida. 


Y él a ella. 


Laura era “la loca” de los paseos, la que armaba las rumbas en la universidad. La fama de la locura nunca le incomodó “los locos son los que no saben divertirse” -decía- yo estoy más cuerda que los miedosos. 


Aquella a quien todos siguen, Laura, destacó por ir más adelante que sus compañeros, publicidad, economía y una maestría en administración son sus caminos; una prometedora carrera.


El viaje a la India que se regaló cuando entregó su tesis de economía la centró más allá de sí misma.


Seis meses para explorar el yoga en oriente y certificarse en Marma Kalari, una técnica de masajes del sur de la India.


En un hostal de Praga sostuvo un amorío pasajero del que, por supuesto, Tomás nunca se enteró. Algo sin mayor trascendencia.


El viaje había sido acordado por ambos como un respiro en la relación que potencializaría el vínculo. 


En un bar de oxígeno en Viena, terminó bailando con un joven apuesto turco cuyo inglés apenas les permitía comunicarse. 


El turco se llevó el calor de esta colombiana en sus labios, pero no pudo acceder ni a su corazón ni a su vagina.


Aquel romance está atesorado en la memoria de Laura y hace parte de lo que ella llama “una reivindicación” para equilibrarse. 


Durante una charla sobre la posmodernidad, en el club, Laura sintió el deseo de confesarle algo a Tomás. 


Su esposo no es de esos que sólo hablan de golf, las inversiones, los negocios o las movidas del capital en la bolsa. Hay algo más de sustento intelectual y ese equilibrio los juntó más allá del vínculo social.


Un viaje final para alguna de estas personas
El viaje final llega cuando menos lo esperas

Tomás y Laura compartían intereses: filosofía occidental y budismo; la historia de la agricultura en hispano-américa; la historia de las religiones y el flujo del poder político en el mundo. A Laura siempre le simpatizó cuestionar los prejuicios de Tomás desde un enfoque de psicología transpersonal. Tomás comprendió en el sano diálogo con ella que él mismo había sido capaz de disminuir un tipo de machismo arraigado por pura tradición. Y ella, que venció el prejuicio de falso dilema patriarcal, comprendió que ambos venían de una hegemonía matriarcal arraigada por la ausencia del hombre en el hogar. 


Al comienzo, Tomás no sintió que Laura estuviera a punto de desnudar su mentira. 


Se trataba de una corrección sobre la versión que la había situado la noche anterior en la casa de su madre.


-`Miamor´ imagínate que cuando llegué donde mi mamá, me llamó Charlie… 


A Tomás nunca le simpatizó Carlos.


-Siempre te busca cuando no estamos juntos, mi amor ¡qué vaina!


Tomás aprendió a desmesurar el sarcasmo en Londres, comprendió el desacato y la hipocresía, pero no le interesaba mentirle a Laura.


-Allá sí saben de sátira, le sostuvo Tomás a un amigo luego del viaje que hizo para un Congreso Internacional.


Laura sabía mentirle a Tomás, lo había hecho varias veces, para que no sufriera, según ella.


Su conciencia apelaba al lugar común para amortiguar la culpa: “yo no miento, oculto partecitas de la verdad”.


-No empieces con tus películas Tommy, Charlie se va a casar, confía en mí, mi vida.


Así no lo demostrara, Tomás confiaba más en Laura que en su imaginación y en sus propios miedos.


Escuchaba a Laura mientras almidonaba los puños de la camisa y revisaba que las mancornas quedarán lisas, casi brillantes. Ella esculpía una vela con un cincel de oro caliente mientras lo veía acicalarse. Cada palabra de Laura entraba en el alma de Tomás con tres ecos seguidos, como si su voz quisiera quedarse adentro.


Laura había conseguido adormecer en él lo que Tomás llamaba un caso tímido de trastorno obsesivo compulsivo, con inclinación paranoide.


Por supuesto, del autodiagnóstico jamás se enterarán sus pacientes. 


Había superado ya la etapa de lavarse treinta veces las manos antes de comer.


Pocos sabían que fue una técnica oriental la que aplicó Laura en Tomás para trasladar su energía a otras preocupaciones. Y fue el tantra y fueron tantas cosas las que los mantuvieron juntos. 


Una vez hicieron el amor de manera salvaje luego de una acalorada discusión sobre Jung y las artes.


El sexo y las apariencias sostuvieron la relación durante sus primeras crisis.


La argumentación de Tomás, entonces, se basaba en principios objetivos, su voz parecía la de un abogado. Y la solución de los conflictos siempre pasaba por el diálogo. 


-Tú me desnudas las ideas Laura, por eso te amo- le dijo una vez.


Laura confiaba en Tomás, pero no en algunas de sus amiguitas.


Laura también había decidido no objetar las inconsistencias en ciertas versiones de su esposo.  


-No debo perdonarte porque en mí la culpa no opera con los mismos registros -pensó decirle una vez a Tomás. 


Laura prefirió no explicarle cómo una simple aproximación telepática movió su ser hacia aquel joven turco en Viena. Prefirió el silencio, la falsa comodidad del olvido.


Una vez descubrió que Tomás se besaba con una extraña en Andrés Carne de Res…. 


-Yo no estoy tan loco para confesarle al mundo que si no busco ayuda ahora, mi vida se acaba…


Tomás recetaba medicamentos para dormir y sabía sobre-dosificarse cuando la ocasión lo ameritaba. Esos excesos no los reprobaría la sociedad de psicoanalistas que aspiró a presidir el año pasado. 


La distancia entre las visiones de mundo de Laura y Tomás dejaron de ser  ornamentales o cosméticas. Cada uno tenía un camino distinto por recorrer. 


El viaje final ya no tenía boleto de regreso…


Fue una crisis de verosimilitud la que los enfrentó antes de acostarlos en una noche de sexo desenfrenado…


 

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Si ya eres una persona con sucripción Premium, espera hoy 10 de diciembre un par de sorpresas junto a esta historia completa.

Autor: Luis Felipe Jiménez Jiménez

Bogotá, Diciembre de 2023 © Todos los derechos reservados

Foto: Aidan Roof

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