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Nos advirtieron que el poeta Jaime Jaramillo Escobar (1932-2021) no concedía muchas entrevistas y que remitía a los interesados a que leyeran su obra. En 2005 nos invitó a su casa, ubicada en el barrio Laureles en Medellín, donde compartimos una larga charla. Aquella tarde nos leyó su poema El Mundo de las Maravillas. En el mes de su cumpleaños compartimos esta hermosa invitación a la vida en sobriedad:


"El mundo de las Maravillas.


En las riberas del río La Miel brotaban como maná los hongos alucinógenos, dispensadores de la alegría y el éxtasis. Me produjeron fiebre y vómito.


En Barranquilla fumé una marihuana llamada “La puerta de oro”. Me dio la risueña y después la pálida. Se me reventaron los oídos, padecí el sudor frío, me puse tembloroso, estuve grave.


Entonces tomé LSD y fue peor. Vi los colores que no pueden ser vistos. Escuché los sonidos inaudibles. Toqué objetos que nunca han sido hechos. Sufro alucinaciones psicodélicas. Estoy alucinado. Mi novia se llama Lucina.


Tomé sedantes, y encima de los sedantes tomé estimulantes. Tenía un amigo farmacéutico que me dispensó su farmacia. Mi cuarto estaba lleno de drogas, todo el piso cubierto de drogas, se caminaba sobre agujas. Pero ninguna droga pudo darme la belleza, la lozanía, la majestad, el aroma, la magia de una simple rosa rosada en su rosal.


Con la coca me sentí ahogado por el aire; cientos de basucos no me hicieron ver ni sentir más de lo que normalmente veo y siento. Tiempo perdido tratando de forzar la puerta que no existe.


Tomé todos los licores. Me produjeron sueño, pesadez de cabeza, expresión descontrolada.




Tabacos y cigarrillos los tuve en abundancia: de Egipto, de Cuba, de Turquía, del Amazonas. No logré aficionarme al tabaco. Pensar un poco me trae mejores humos.


El hachís, el opio, el tíosulfato, la sienita de nefelina, la alunita,

la adormidera del Pireo, la picadura de insectos avispados, en nada de eso encontré más de lo que siempre he tenido, sino menos.


Acudí a la magia negra, las artes mánticas, los esotéricos, los espiritistas, los hechiceros, los rituales indígenas, el yagé. Ninguno de ellos pudo mostrarme nada más bello y más fresco y más claro y más limpio que la simple agua que llovía por el tejado de mi casa.

Corrí desnudo por laberintos interminables en Bogotá, detrás del fluido imponderable y elástico, en busca del estupefaciente, el narcótico, el fármaco, el éter sulfúrico, el óxido de etilo, el láudano, el acónito, la morfina, la madreselva y el rapé, el tabaquito de Honolulu, la caipirinha del duende, el ñaque, la burundanga, la amapolita de Tulcán y la madre de todas las yerbas.


Me inscribí en cursos de yoga, de gimnasia sexual, terminé en un club de sadomasoquistas.


¿Qué faltaba? La coprofagia, la necrofilia. También teníamos nuestro club.


Estuve en la Cueva de Rolando con Torquato Tasso,

me junté con asesinos, con asaltantes de caminos, con gentes de puñal y pistola. Fui a parar a la cárcel. Me fingí loco y me trasladaron al manicomio.


En el manicomio comí sapos, me pusieron una linda camisa de fuerza, me chuzaron con cien inyecciones diarias. Mi mayor dificultad fue salir del manicomio. Me fingí cuerdo. No me creían. En los manicomios está prohibido curar a los pacientes.


Me hice ayudante de camión, viajé a la costa para traer contrabando; esto fue con Lucho. Aprendí el tráfico de drogas, me arrojé al mar desde una avioneta a baja altura.

Me persiguieron con balas, con tiburones teleguiados, con lanchas salvavidas. Me persiguieron con jueces, con motocicletas, con ametralladoras.


Después todos en el mundo se convencieron de mi inocencia, simplemente porque les dije con énfasis: “¡Carajo! ¡Yo soy inocente! ¿No lo estáis viendo?”.


El verbo “estáis” tiene siempre unos efectos tremendos."

Jaime Jaramillo Escobar.




 

Este poema hace parte del Libro que reúne dos de sus poemarios: Sobrero de Ahogado y Poemas de Tierra Caliente.

Editorial el Propio Bolsillo, Mayo 1991.

Foto: CottonBro


Compartimos esta coordenada en nuestra sección MAPA

2 comentarios


Este cuento me hace detener y pensar en lo hecho y lo por hacer haciendo lo que estoy viviendo hoy

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felipepoet
felipepoet
01 jun 2022
Contestando a

Es bonito que la literatura ayuda a reflexionar sobre la vida. Algunas personas creen que la poesía no tiene ese poder, pero sí lo tiene. Un abrazo, Clara Mónica, gracias por tu comentario y rico si compartes este link con otras personas.

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