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ADVERTENCIA: este relato no es un publireportaje sobre alguna marca de carros.

Spolier: la guitarra de la canción que aparece al final de este relato es perfecta para hacer el amor. Oído al minuto (2:38).

 

Esta es la historia del día que me estrellé en el carro de mi papá cuando iba a asistir al cierre del primer Rock al Parque…


El pase lo obtuve luego de recibir una serie de clases de conducción con el mejor: mi papá. Y era el mejor porque me enseñó sobre mecánica, sobre física, sobre la historia de los automóviles. Estas no eran clases cualquiera, eran, cada una de ellas, una impresionante Master Class.


Dicen los que saben y los que me quieren, incluida mi mamá, que Luis Felipe era un buen conductor. Mi papá lo puede corroborar, pese a lo que les voy a contar a continuación.


Este poeta era respetuoso por las normas, hacía buen uso de las direccionales y se movía con prudencia en cuanto a la velocidad. Ya no soy conductor, ya no conduzco automóvil, aunque tengo algo de experiencia y conozco las normas. No me gusta. Me parece la actividad más tediosa e improductiva del mundo. No puedes escribir mientras conduces, por ejemplo. Es estresante, requiere mucha atención y la vida de uno y la de los demás está en juego. Pero bueno, vamos a los hechos…


Esa mañana, mi hermano y yo nos subimos al Renault 12 modelo camioneta que era más duro que el pecho de Robocop. Y más duro que el corazón de una exnovia. Esa vaina era un metal poderoso, casi indestructible. Era un buen carro. Era blanquito, prístino, era bonito. Mi hermano usaba el cinturón de seguridad y ni él ni yo sabíamos que una camioneta Toyota Hilux iba a dañarnos el caminao por un error de su conductor y por imprudencia mía…


Chocarte con una Toyota Hilux es mala idea
Choque contra una camioneta durante una tarde en Rock Al Parque

Quiero aclarar que esa camioneta Hilux, más dura que el vehículo que yo imprudentemente conducía, tampoco llevaba a un conductor muy hábil. Y digo tampoco porque aunque yo era buen conductor, insisto, o fuí hábil para esquivar lo irreversible. Lo confieso, iba afanado porque no quería perderme el gran concierto y cometí una sola imprudencia. El tipo que conducía la camioneta Hilux iba a toda mecha, es decir, iba rápido. E iba en el carril contrario en una vía arteria, es decir, una avenida interbarrial de doble vía. El lugar adecuado para ese vehículo era el sentido norte-sur y no el sentido sur-norte, por el que velozmente se dirigía hacia nuestro encuentro.


Confieso que el mayor responsable de la colisión fui yo, porque debí detener totalmente la marcha del vehículo ante la advertencia de la señal de tránsito que decía “PARE”. No la víl no vi la señal y tal vez no habría parado totalmente si la hubiera visto. Si hubiera parado, el otro vehículo habría seguido su veloz tránsito hasta que quizá otro obstáculo lo detuviera. O quizá no, uno no sabe cómo hace sus cosas Dios.


Claramente eso fue una contravención de su parte, pero no había material probatorio que le diera a él la co-responsabilidad legal del siniestro, porque yo me pasé el “pare”… un poquitico. El zanganazo tan brutal nos puso a rotar en ese carro hasta la otra esquina y ambos vehículos quedaron separados por la inercia del impacto entre sus metales. Cada uno de los vehículos sufrió daños, aunque los de la Hilux fueron significativamente menores. De milagro no nos volcamos mi hermano y yo.


Creo que a mi hermano le debió quedar ese cinturón tatuado como por diez años más en el pecho. Tocó esperar a la policía, hacer el croquis y la firma de los representantes de los seguros. Esa calle quedó repleta de vidrios, repleta de metal y de recuerdos sobre el impacto. El carro que nos llevaba a mi hermano y a mí fue declarado pérdida total y en la conciliación, el otro imprudente y yo nos ofrecimos disculpas.


Pero falta lo mejor…


En la Plaza de Toros la Santa María de Bogotá, nos esperaba una tarde de Rock al Parque con el cierre de un Festival donde tocaron Aterciopelados, Fobia, Morfonia, La Derecha… entre otros. La entrada costaba 5 mil pesos colombianos.


Me esperaba mi canción preferida. Ese lunes 29 de mayo de 1995, con una experiencia más en la vida, canté a todo pulmón “Ay qué dolor”.

 

Si tienes Suscripción Premium activa, a las 3:33 pm (Col) podrás acceder al 8 capítulo de la Segunda Temporada de "El Conciliador". Nos acercamos al GRAN FINAL.


© Luis Felipe Jiménez Jiménez

Bogotá 12 de noviembre de 2023.

Foto: Alex Mtz

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