Lo primero que llama la atención de Violeta es el riguroso desorden de la habitación del profesor, en contraste con una sola mesa donde permanecen abiertos unos libros. Como si guardaran un equilibrio estético propio de una persona con trastorno obsesivo compulsivo, a la derecha, alineados perpendicularmente, unos marcadores de colores esperan su turno para resaltar algún fragmento indispensable.
Las anotaciones le resultan incomprensibles para Violeta porque necesitaría mucha atención y tiempo para descifrar la letra de Leonardo. Y aunque ella aprendió a leer, no lo hace con destreza y se demora mucho. Lo único que no escapa a su escrutinio son las anotaciones al margen que otra persona escribió en uno de los libros:
“El abandono puede ser la manifestación del amor porque el desapego protege”
Cuando Leonardo sale del baño, encuentra a Violeta subida sobre una silla de madera que apenas soporta su peso. Trata de ajustar un refuerzo de una ventana pequeña. Al escuchar la voz del profesor, busca apagar cualquier sospecha:
-Don Leo, por acá se le cuelan facilito.
-Leta, sin el don, recuerda. Por ahí no cabe nadie, no me preocupa.
-Yo me le cuelo por ahí, profe, no me rete.
-Esa ventana da a un patio interior al cual tampoco podrían llegar.
-A usté le falta calle, parce.
-Voy a ponerle una malla de protección, aunque no haga falta. Leta, comencemos. Esto que te voy a contar es mu delicado, por favor siéntate y prométeme que de acá no sale nada.
-Me extraña papi, pa qué estamos, usté tranquilo que soy firme, suéltelo pues mi rey.
Todo comenzó porque quise contactar a una persona por algo que escribió en un libro. Indagando por todo lado me encontré con un fenómeno muy preocupante: hay una mafia que alquila niños y abusa de ellos.
-Más despacio ¿usté buscaba a quién?
-Buscaba a una mujer.. aunque al principio yo no sabía que era una mujer, que comentó en un libro sobre los procesos de adopción para personas solteras, sobre un grupo de personas que hacen esos procesos de manera clandestina.
-Uy muy áspero
-Descubrí que esa persona escribía en los márgenes de los libros y poco a poco fue llamándome la atención su manera de pensar. En uno de los textos supe que era mujer.
-¿Y qué decía la chica?
-Ella parecía confesar algo entre líneas…
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Autor: Luis Felipe Jiménez Jiménez, febrero de 2024, Medellín, Colombia.
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Foto: Jordy Toscano
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