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Estoy putamente mamado de esta situación. No aguanto más este horrible aislamiento. Llevamos tres años sometidos a la tiranía de los tapabocas, de los cubrebocas, de los barbijos o como sea que se denominen a esos horribles artículos insoportables, agotadores, asquerosos.


Cuando tenía 15 años me diagnosticaron una enfermedad cuyo pronóstico era aterrador: iba a quedarme sordo. Soy sordo de toda la vida, prácticamente. Tengo muy pocos recuerdos de lo que son los sonidos y me he relacionado con el mundo a partir de esta condición. Intenté con unos audífonos especiales diseñados, más que para mí, para los demás. Para que las demás personas pudieran comunicarse conmigo. Pero los dejé. Hoy en día existen unos audífonos de mejor tecnología, pero no quiero usarlos. No tengo el dinero para costearlos. Recibí un prototipo como parte de un grupo de estudio y se me dañaron cuando me metí a duchar. Es responsabilidad mía, lo sé.


Cuando salgo a la calle y todo el mundo está con sus hijoputas tapabocas no puedo leer sus labios. No entiendo nada de lo que me intentan decir. Esto no es justo con nosotros. Prefiero morir de covid ya y que se acabe esta agonía.


En todo caso si te encuentras conmigo, tranquilo, no me grites.



FIN


 

Por Pipe Jiménez. Relato escrito la mañana del 23 de enero de 2022 en Bogotá y que busca ponerse en el lugar de las personas que no oyen. Debe ser muy molesto que intentes leer los labios y no puedas porque todo el mundo está salvando su vida detrás de un tapabocas. Hay muchas personas con dificultades, condiciones de salud o físicas distintas y le verdadera inclusión es tenerlos en cuenta en todos los ámbitos posibles de la vida cotidiana.



Imágenes: Ketut Subiyanto; Cottonbro y Katie Rainbow

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