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“Acompañado de mi soledad, sentado frente a la montaña, tomando una copa de vino, sentía, a mis 83, que había llegado el momento de abandonar el mundo de los vivos. Cada recuerdo de los pasos dados se asomó por mi mente, experiencias, risas, lágrimas, mujeres. De repente la recordé, vi sus ojos, su risa, su pasión, su esfuerzo para romper sus límites, su fuego. Toda la escena se re-configuró en mi memoria, todo aquel día.


Habíamos aclarado la clase de relación que teníamos, creí que todo estaba bien, pero el amor es como un caballo salvaje que a veces no se puede controlar y llegó por mí. Todo el mundo libre que giraba a nuestro alrededor, con nosotros adentro, viviendo, experimentando, sintiendo se cayó cuando dijo "te amo" porque había química y no había exigencias, ni compromisos. Éramos apasionados…

¿Por qué?


Ese día había fuego, pasión y erotismo, como siempre que nos encontrábamos y de pronto, lo dijo, "te amo", a mí, ¿Por qué yo? Caminé sin mirarla, mientras, desnuda y con fuego en su piel me reclamaba. Todo el mundo giraba en mi cabeza, mi vida, mi pasado, mi presente, mis sueños, mis anhelos, mis deseos, mi pasión, mi libertad, yo, yo, yo.


Sí, era egoísta, pero quería protegerme y protegerla de mí, no quería perder lo que tenía, mi libertad, mis comodidades, pero tampoco quería dañarla. A lo lejos escuché sus gritos, me dolieron, pero no quería hacer nada, tenía miedo. Me dije ¿si acepto? Muchas posibilidades rondaron mi cabeza, pero, ¿Si no acepto? ¿Qué va a cambiar? No quería rencores, la quería, sí, la quise. La cabeza no paraba, muchos escenarios daban vueltas, incluso la vi, dedicada a su casa, a sus hijos, viéndome llegar, después de tener una aventura con otra mujer. Nunca me gustó Joaquín Sabina y de pronto, una de sus canciones empezó a darle música a mis pensamientos. esa que dice:



El miedo me nubló ese día, mi cabeza era un tambor que no dejaba de sonar, ella gritaba, yo no podía más, abrí la ventana, el viento entró, respiré, me calmé, sentí una caricia que me recordaba las cosas buenas. De repente todo se silenció, había tomado una decisión, me di la vuelta y ya no estaba. Recogí mis cosas y me fui.


Nunca volví a verla, algún conocido me dijo que la había visto en otro país, otro dijo que había ingresado a un convento, otro que le había entregado su vida al mar, de la misma manera que lo hizo Alfonsina Storni o como lo hizo de una manera menos poética Virginia Woolf en un río. Ninguna versión se parecía a la otra.

Aquel día decidí...”


La copa de vino cayó, su corazón dejó de latir.



FIN

 

Este relato es una respuesta al relato Osadía desde el punto de vista del otro personaje que aparece apenas tangencialmente en la historia original. Una sugerencia de una lectora escrita en los comentarios del relato inicial en El Relato del Domingo motivó a Rosa Espino a escribir el relato "Miedo" desde el punto de vista del otro personaje.


Por: Rosa Espino es el Alter ego de una mujer que prefirió mantener su nombre en la privacidad y que puede estar sentada a tu lado. Nacida en los años 70. Rosa, como la flor, con pétalos suaves y duras espinas.

Foto: Polina Tankilevitch

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