top of page
Publicar: Blog2_Post
Buscar

En el cuarto del hotel, sudorosos y apasionados, una ráfaga de silencio los detuvo. Ella estaba desnuda en la cama y ardiente lo veía. Él, también desnudo, dio la espalda, dejando atrás el deseo de su amante, sin mirarla, sin determinarla. Una sola frase había cambiado el fuego que los acompañó por mucho tiempo. Ella no podía comprender por qué un "te amo" tenía ese efecto.


Dejándola atrás, él se acercó a la ventana. Ella le hablaba, le llamaba y él no reaccionaba, ella se sentía afeada y poco deseada. Seguía hablando… hablaba y lloraba y él no escuchaba a tal punto que ella se desesperó porque no entendía cómo en un segundo las frases obscenas, las caricias salvajes, los gemidos sin censura, habían dado paso a ese silencio ruidoso. Tampoco entendía por qué, si en una decisión libre había nacido en ella el deseo no solamente de darle su cuerpo, sino también su alma y en cambio recibía rechazo por parte de él. Aunque las lágrimas intentaban apagar el fuego de ella, lo que nacía de sus entrañas era fuerte.



Ella lloraba, lo llamaba, gritaba improperios e incluso llegó a tratarlo mal. Le dolía tratarlo mal, pero siguió gritando y él seguía con la mirada fija en la ventana. El ruido de afuera llenaba sus oídos, parecía como si una gruesa pared invisible e insonora los separara, ella gritó y gritó hasta que su garganta sangró. Intentó abrazarlo, pero la pared invisible lo impidió, la golpeó, hasta deshacer sus manos… él nunca reaccionó.


Él abrió la ventana y un viento frío entró por ese cuarto, mientras ella, junto con los estragos de su osadía, recogía su ropa y los pedazos de corazón que logró rescatar. el viento avivó su llama, hasta que la consumió. Ese mismo viento llevó las cenizas hasta la ventana, una de ellas, acarició suavemente el rostro de él. Recordó a alguien, pero no sabía a quién. Volteó a mirar y no vio nada, el cuarto estaba vacío. Se vistió y se fue. Ella pagó cara su osadía.

 

Por: Rosa Espino,

Alter ego de una mujer que prefirió mantener su nombre en la privacidad y que puede estar sentada a tu lado. Nacida en los años 70. Rosa, como la flor, con pétalos suaves y duras espinas.

Foto: Julia Kuzenkov

bottom of page