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Floté en seco. Flotamos sin mojarnos. En el camino de la armonía y el equilibrio, algunas personas optan por meditar. Algunas personas rezan, otras interpretan un instrumento, otros componemos ficciones, algunos hacemos todas estas actividades.


El mecanismo para la elevación puede ser cualquiera, siempre y cuando estés comprometido a dejarte llevar.


Dicen que hay personas que no pueden ser hipnotizadas y me incluyo en la lista. Quisiera no tener dominio mental para dejarme persuadir por la voz de alguien que arranque de mí el ser perceptivo y consciente construido por la experiencia.

 

Un amigo dudó en creerme esto y le produjo risa uno de mis descubrimientos personales: puedo acceder al orgasmo sin eyacular. Para algunas personas el sexo tántrico, por ejemplo, es una superchería, una magia, cosa de brujos o estafadores. Yo lo dudo porque he podido experimentar sensaciones poco ordinarias, difícilmente explicables. Y nada de eso riñe con mi fe en Dios, aclaro.

 

Quienes hayan meditado saben sobre qué hablo y comprenden la dimensión de este hallazgo. Pero esta vez fue distinto, mi meditación fue otra. Acá hubo un ejercicio en grupo que yo nunca había experimentado. Flotar juntos es posible.

 

Nos citaron en un bello lugar muy bien ubicado en el norte de Bogotá, Colombia. De cortesía, recibimos un desayuno ligero con distintos panes de aquellos que producen escasa inflamación intestinal. Creo que todo lo ofrecido era vegetariano o vegano, salvo por un producto lácteo que degusté con alegría, porque no soy ni vegetariano ni vegano, pero tengo una dieta muy singular.

 

Después del desayuno, cada uno de los participantes se presentó brevemente y luego todos nos acostamos en el piso. Me prometí no abrir los ojos hasta que terminara la meditación colectiva y cumplí mi promesa, incluso con la tentación de saber cuáles instrumentos sonaban. Hasta el día de hoy creo que podría haber escuchado unos diez instrumentos distintos, desde cuencos tibetanos, un cuerno australiano, unos tambores acústicos y otros eléctricos. Todo construía un ambiente extraordinario de vibraciones a través de las cuales nos elevamos, hacia adentro, como manda el canon del buen meditador.

 

Esto es en serio y quiero insistir porque este relato no es de ficción, así parezca: hago parte de la comunidad de flotantes que asisten a Gravedad Cero Centro de Flotación en Bogotá, Colombia.


flotar juntos
flotar juntos con cuencos tibetanos

 

Cerramos este año con un evento divino, donde nos conectamos con nosotros mismos a través de la vibración de músicas especiales, interpretadas armoniosamente por una mujer y un hombre cuyo talento me dejó gratamente sorprendido. Más que armoniosamente, permítaseme la creación del concepto: “aromamoriosamente”. Porque todos los sentidos, incluso el olfato, hicieron parte de la experiencia.

 

Después del sano y delicioso desayuno dispusimos nuestros cuerpos para meditar en conjunto, cerramos los ojos y nos dejamos llevar por las vibraciones de diversos instrumentos propios de la geografía universal que nos permitieron flotar en conjunto, sin agua.


Cada uno de las personas participantes lo vivió de una manera muy personal y seguramente a cada uno le ofreció un crecimiento individual imposible de equiparar en la experiencia individual de los demás. Seguro, todas las personas asistentes, como yo, sentimos que flotábamos en conjunto. La meditación comenzó por un agradecimiento por el mejor año de mi vida, este que está a punto de terminar. Mi respiración abrió la expectativa optimista acerca del año que viene. Luego, como dicta el manual del meditador, pude olvidarme del tiempo y dejé de pensar en el pasado o en el futuro y flui de tal forma que mi cuerpo se soltó, se relajó y comenzó a flotar. en ese momento ya todo lo demás dejó de existir. Ni miedos, ni expectativas, ni futuro, ni pasado. Como cuando uno crea una historia, cuando uno escribe un cuento: el tiempo desaparece.


Alcancé a dormir por unos minutos, ni idea cuántos. Salí renovado porque de alguna forma dejé de ser yo para flotar al mismo tiempo con otras personas y recordé la flotación en agua, la de los tanques a donde volveré a flotar, cuando necesite escapar de la realidad de una manera sana y trascendente. Cuando necesite poner a descansar a los personajes de mi novela. Si quieres conocer los tanques, mira este video


Feliz Navidad,

Con amor:

Luis Felipe Jiménez Jiménez @Felipepoet


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