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Mi nombre es Eliana, pero no me gusta que me llamen así. Prefiero que me digan Eli, por pura economía del tiempo, así el tiempo realmente no exista. Soy líder de tribu. Tengo 28 años y vivo muy bien, viajé al espacio, sí al «espacio objetivo», viajé una sola vez. Tiempo después firmé un documento con mi sangre en el que me comprometía a no solicitar más viajes al espacio exterior.

Me gusta el espacio interior, por eso conservo intactos los libros de poesía de mi abuela, esos libros y su carácter son su mejor herencia. Desde el año 2040 visito a mis padres, que están en Colombia. Ellos vienen frecuentemente a visitarme, les conseguí un modesto apartamento en NewYork, en Manhattan, cerca al Central Park, aunque la isla ya no es lo que era cuando vine por primera vez a este país. Mi padre, Samuel Ramírez, es ingeniero y fue aprendiz de astronauta, pero lo retiraron porque se volvió incómodo al decir lo que no debía decir en lugares inadecuados. Sus compañeros hispanohablantes siguen acá. Escribo estas palabras en inglés y un software se encarga de traducirlas en diez y nueve idiomas de manera simultánea. Hice parte del equipo de trabajo que diseñó un robot muy particular y al comienzo, nuestro mayor desafío, desde el punto de vista científico, fue conseguir que la máquina interpretara adecuadamente cualquier emoción humana. Los modelos anteriores, por ejemplo, se equivocaban con algunas figuras retóricas propias del lenguaje oral e interpretaban erróneamente la emoción del hablante. En su componente bio-molecular nuestro prototipo fenotípico pudo predecir modificaciones genéticas en siete organismos distintos durante distintos rangos de tiempo. Pudimos predecir la aparición de sesenta enfermedades auto-inmunes distintas a partir de la modificación de un gen en un organismo expuesto a variaciones irregulares y extremas de oxígeno. El algoritmo de análisis lingüístico que incorporamos a nuestro robot concluyó 180 variaciones radicales del habla cotidiano en 80 países y 200 subregiones. Por eso ustedes me comprenden, aún estando en el futuro. Mi madre, Rosa María, es chef. Tanto ella como mi padre están pensionados. ¿Pensionados? Eso ya prácticamente no existe desde donde les hablo. Así llamaban a las personas que dejaban de devengar un salario por su trabajo para comenzar a devengarlo del Estado. Por una maniobra política lamentable, las pensiones privadas se acabaron y todos los recursos de ese rubro quedaron supeditados a las manos corruptas de los funcionarios públicos que manejan los gobiernos y sus instituciones en territorios de lo que ahora llamamos La Periferia; los países que no alcanzaron a desarrollarse, como Colombia. Tuve que convencer al Líder Mayor para que autorizara la sostenibilidad de los recursos correspondientes a dicha asignación económica de mis padres. Fue la única condición que establecí para garantizar mi propia estabilidad emocional, sin la cual no podría continuar en el proyecto. Hace rato dejaron de circular los papeles de todas las denominaciones, eso que llamaban billetes. Los pagos se hacen todos de manera electrónica y se activan con un único chip que todos llevamos en la corteza cerebral. Han surgido mercados negros con divisas clandestinas con papel moneda a través de las cuales se hacen vulgares transacciones en pequeños mercados negros, propios de suburbios o tugurios. Las monedas oficiales son criptomonedas cuyos rastros ya son verificables y sancionables. Yo a mis viejos les regalo otra «pensión», una más generosa. No quise tenerlos tan cerca para que no se untaran de mi trabajo y para que no me vieran insomne, ninguna de las dos cosas la habrían podido asimilar sin caer en el delirio o la locura. Por eso vivimos en ciudades distintas. Me alimento a partir de algunas frutas y de píldoras que sustituyen la comida común. Estas pastillas, cuya textura es de goma, sintetizan los recursos naturales con los que todavía se elaboran algunos alimentos de las élites más nostálgicas. En el mundo predomina la escasez, bueno, eso creerán ustedes. De vez en cuando me como un banano que nace de un árbol plantado especialmente por mí, un banano fuerte y diez mil veces más nutritivo que uno de esos bananos del pasado.

Utilizo una máquina diseñada por un grupo de colegas, para que las cáscaras de todas mis frutas se pudren a la velocidad que yo decida. Aunque “pudrir no es la palabra, tampoco descomponer: todo lo volvemos una biomasa que se convierte en energía útil. Lo resumo: mi bici se recarga de la energía que producen mis residuos. Quiero tener una vida tranquila y sin paranoias. Quiero dejar mi trabajo acá en la NASA, pero el contrato que firmé me lo impide. Por eso les voy a contar la historia de algo que me sucedió cuando niña y que de alguna forma fue el antecedente principal para llegar tan lejos. Soy un ser distinto, todos me lo han dicho. Duermo poco, mi trabajo así me lo exige, durante muchos años fui al psiquiatra para que me recetara los medicamentos que me ayudaban a consolidar el sueño. Realmente no era necesario, pero así fue. Hoy en día recibo una descarga similar a través de mis pupilas, sólo tengo que ver una pantalla durante siete segundos y quedo totalmente dormida. Estamos elaborando una píldora que nos permitirá alimentarnos por siete días terrestres. Traemos material "orgánico" de otros planetas. Me han dicho que si hago un entrenamiento puedo volver al espacio, pero ya no quiero. Trabajo cerca al Pentágono, soy una de las pocas pioneras en inteligencia artificial emotiva con organismos programados para no fallar en ningún caso, ni bajo ninguna condición contingente. Llegué acá hace un par de años terrestres. Dicen que soy una genio, yo no creo, simplemente soy capaz de ver más allá, como los poetas para los antiguos griegos. La historia que les voy a contar es real, cada una de las situaciones que les voy a narrar me pasó a mí, Eliana X2039, comparto apellido con máquinas. Fui perseguida por un gobierno porque cuando niña representé una amenaza para ellos. Entonces vivíamos en Panamá…


La segunda parte de esta historia se titula "Un pasado Explosivo" (Haz click para conocer las razones que llevaron a Eliana a ser quien es en el mundo de la ciencia).

 

Por: Pipe Jiménez (1976). Editor de El Relato del Domingo (IG).

La primera edición de este relato se publicó el 31 de diciembre de 2017. Ha sido modificado en febrero de 2022 para esta segunda edición que compartimos y que tendrá una segunda parte...

Foto: Mikhail Nilov



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