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Autora: Emma Francesca Mascherini*

 

La cortina rosa con unicornios Lila pastel, se movía con el viento que entraba por la ventana de la casa de Carol.

La pequeña y Roco jugaban juntos. Ella lanzaba cacahuetes y él los recibía con su pico abierto.

De pronto, un estruendo fuerte se escuchó en el interior de la casa y ambos brincaron asustados, buscando de dónde provenía el ruido.

Cuando Roco, entre risas por el sobresalto, se alistó para recibir el siguiente cacahuete y volvió la mirada hacia Carol, la descubrió junto a la ventana con los ojos llorosos.

⁃ “¿Qué ocurrió Carol?” - le preguntó.

⁃ “Me duele el corazón, Roco. Una puerta cerrada con fuerza en medio de una discusión generó ese sonido. Estoy segura de que mis papás comenzaron a pelear”.

 

Como continuar con el juego ya parecía no tener sentido, Carol y Roco salieron a dar un paseo. Sin embargo, no sonrieron al ver el sol, tampoco se alegraron al encontrar el parque y, ni siquiera se emocionaron cuando, llegando al columpio, vieron a Polly, la pollita, jugando con una pelota.

⁃ “¡Polly” “¡Polly” – la saludó Roco, con un tono que no alcanzó a confesar un genuino sentimiento de sorpresa. Así mismo, Carol plasmó en su rostro un asomo de sonrisa tristona

⁃ “¡Hola chicos!” - contestó Polly, lanzándoles la pelota, que terminó pasando de largo, sin que nadie le prestara atención.

 

Al acercarse un poco más, Polly notó que Carol estaba muy triste y le preguntó qué pasaba. Suspirando, la niña le contó lo que le ocurría con sus papás.

Luego de escuchar la historia, Polly se aclaró la garganta, se puso unas pequeñas gafas que sacó de su bolsillo y, usó su famosa expresión de sabelotodo para decirles:

⁃ “Deben arreglar la situación inyectándole sentimientos y emociones” ⁃ “Emo...” - balbuceó Carol.

⁃ “¡Ciones!’’ - completó Roco con el entusiasmo que sentía de imaginar que habían encontrado una solución al problema.

⁃ “¿Cómo hacemos eso?” - inquirió Carol finalmente.

⁃ “Muy simple chicos, muy simple. Denle a los papás de Carol tres regalos: amor, esperanza y diversión, y verán cómo todo mejora” - respondió Polly, como si se tratara de afirmar una obviedad. Y se despidió con un gesto amable, para que Carol y Roco siguieran su camino.

 

La niña y el guacamayo salieron felices, deliberando en qué lugar podrían comprar lo necesario.

Desafortunadamente, aunque fueron a diversos almacenes y hallaron muchas cosas, no encontraron lo que buscaban. En cambio, percibieron muchas miradas desdeñosas por buscar algo que, simplemente, no podía comprarse.

 

⁃ “¿Qué hacemos?” - le preguntó Carol a Roco, después de mucho caminar, cuando ya iban de regreso.

Pensativo, habiéndose rascado la cabeza, Roco sintió que algo en él se iluminaba. Un brillo comenzó a crecer en sus ojos. Tomó aire y dijo:

⁃ “¡Dales un símbolo!”

Y, poco a poco, después de hablar, se arrancó tres plumas. Una roja, para simbolizar el amor, una verde, para simbolizar la esperanza y una amarilla, para simbolizar la diversión. Miró el huequito que dejaron en su piel y se sacudió valiente.

 

Al llegar, encontraron a los papás de Carol en silencio y con la cara arrugada.

Papá Simón, servía la cena y mamá Bella, organizaba unas flores en el centro de la mesa del comedor.

Recibiendo un empujón cómplice de Roco, Carol se animó, agarró valor y, después de toser suavemente, se dirigió a sus papás con la firme intención de explicarles cariñosamente:

⁃ “Quiero entregarles un poco de este regalo de amor, para que recuerden qué los unió” - y les dio la pluma roja. “Un poco de este regalo de esperanza, para que no olviden que todo

puede mejorar” - y les dio la pluma verde. “Y, un poco de este regalo de diversión, para que tengan presente que hay que disfrutar cada día que tenemos” - y les dio la pluma amarilla.

 

Papá Simón y mamá Bella se miraron finalmente. Él, para acercarse, soltó la ensalada de papá que repartía en los platos, y ella se movió con las flores en sus manos. Los dos se agacharon a la altura de Carol y, abrazándola, le prometieron que irían a ver al búho mágico, quién con su sabiduría, sin duda los ayudaría a usar esos bellos regalos de la mejor manera.

 

Justo cuando Roco iba a retirarse, mamá Bella lo tomó por la espalda diciendo: ⁃ “Alguien debe reponer la energía que perdió, quédate a cenar”

- Gracias mamá Bella – respondió Roco, mientras vio como el espacio que habían dejado sus plumas, comenzaba a llenarse doblemente. – “¡Yuhoo! Tengo más colores, tengo más colores, repartirse es toda una maravilla”

Y desde ese día, se prometió a sí mismo jamás dejar de compartir el increíble poder que llevaba dentro.


 

*Un lindo relato de literatura infantil, con la capacidad de inspirar también a los adultos.

Conoce el lindo trabajo de Emma en Art Can Help en alianza con Hilos Viajeros.

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