Por: Kris Stefany Baena Botero* [Biorelato]
Que bueno es nacer en el pacífico Que bueno es vivir en el pacífico Se vive lo natural y se disfruta lo mágico
Canción Pacífico de Herencia Timbiquí
Cuando algunos hablan de alineación del universo, muchas veces se refieren a cuando todo se confabula, se alinea y encaja perfectamente para que se genere un suceso. Eso fue lo que sucedió en uno de mis viajes a la ciudad de Cali para asistir al Festival Petronio Álvarez. Ocurrieron cinco alineaciones, cinco situaciones que definieron el viaje y lo sembraron definitiva e irremediablemente en mi nuestras memorias.
Primera alineación: todas listas
Escuché hablar por primera vez del Festival Petronio Álvarez gracias a Chavita, una de mis grandes amigas. Chavita tiene ancestros caleños y tuvo la fortuna de vivir algún tiempo en la ciudad de Cali, Colombia.
Varios años después de escuchar a Chavita hablar sobre el Festival, se produjo la primera alineación. Mi amiga estaba de nuevo en Colombia, pues esta mujer valiente había dejado todo para cumplir su sueño de estudiar en Europa. Yo estaba lista para ir a Cali y confirmé mi visita porque creo que al igual que los libros, los viajes llegan en el momento que estás preparada para recibirlos. A la aventura se unió Adela, una mujer de raíces chocoanas, que además de alegre es admirable.
Compramos los tiquetes con casi dos meses de anticipación y desde ese momento inició nuestro viaje. Salimos de Medellín un sábado de Agosto en el primer vuelo hacia la ciudad de Cali. Al subirnos al avión, además de ansiedad, las tres sentíamos grandes expectativas. En mi caso, por llegar de nuevo a la ciudad en la que un año antes bailé sin parar; Chavita por comer chontaduro y Adela por encontrase con su familia y deleitarse con un tamal chocoano. Al ver la cara de Adela en el avión, con esa sonrisa que uno tiene cuando el corazón esta alegre, le pregunté:
-¿Adela qué estás pensando?
-Estoy feliz, ir al Festival Petronio Álvarez es asistir a un reencuentro con mis raíces, con la cultura y las costumbres de mi gente que se van olvidando por la migración. Es reencontrarse con lo que uno es. Me siento de nuevo rodeada de los míos, es una manera de sentir que uno es parte de algo.
Segunda Alineación: dejemos que el viaje hable
Al llegar al aeropuerto de Cali, en mi cuerpo empezaron las sensaciones, me dio escalofrío y mi corazón empezó a palpitar muy fuerte; definitivamente tengo una conexión con esta ciudad que aún no logro entender. No sé si es la música, el baile, la gente o tal vez la combinación de todo.
Como toda buena planeadora, al llegar al aeropuerto de Cali le pregunté a Chavita:
- ¿Chavita cuál es el cronograma?
Su respuesta fue elocuente:
-Dejemos que el viaje hable
En el aeropuerto tomamos un bus hasta la terminal. Al llegar allí nos dividimos, Adela partió hacia la casa de su tía y Chavita y yo partimos hacia la casa de Doña Gloria.
Tercera alineación: el turbante
Nuestro encuentro fue a las 4:00 pm en la Ciudadela del Petronio. Allí nos encontramos con unos amigos de Chavita. Mientras caminábamos hacia la entrada, quedé sorprendida con la cantidad de personas que se dirigían hacia el lugar y además con la variedad de comida que nos ofrecían: mazorca, longaniza, arrechón, chontaduro y muchas cosas más.
Al entrar al lugar fuimos primero a la zona de comidas. Los amigos de Chavita fueron nuestros guías gastronómicos. En cada toldo que visitábamos, yo les preguntaba por todo lo que veía y ellos, con una gran paciencia, me contestaban. Tantos olores, colores y sabores evitaron que fuera fácil elegir qué comer. Después de caminar por un largo rato, me decidí por una empanada de camarones y como postre, opté por un helado de Naidí con Coco. Además de sorprenderme con la comida, no podía dejar de mirar a mi alrededor a los hombres grandes, fornidos, con atuendos coloridos al estilo africano y a las mujeres con sus vestidos largos de muchos colores, la mayoría con grandes peinados y luciendo magestusos turbantes. Todos ellos tenían algo en común: un rostro sonriente y el orgullo por sus raíces.
Ya contagiada por la energía del Petronio, decidí colocarme un turbante en mi cabeza. Ese que para nosotras es un accesorio, para las mujeres del Pacífico es una poderosa representación de sus raíces. El primer paso fue escoger el pañuelo, el segundo fue escoger la forma, y el tercero fue mirarme al espejo porque el turbante lo colocaron con tan contundente agilidad, que no me di cuenta del proceso. Después de mirarme al espejo, Ana, la hermosa mujer que dispuso aquel turbante en mi cabeza, me miró y con una gran sonrisa dijo:
-Mire como la dejé de hermosa…
Cuarta alineación: el encuentro
Finalizando la tarde nos encontramos con Adela. Llegó al Festival acompañada de sus primas, mujeres caracterizadas por un carisma increíble y con las cuales me reí como nunca a causa del viche y del arrechón.
Después de comer y de lucir radiante el turbante, entramos a la zona de los conciertos.
Nos preparamos con el pañuelo blanco típico del currulao. Movimos nuestros pañuelos al ritmo de la marimba, la juga y el bunde. Las emociones de nuevo se mezclaron, el oleaje de tantos pañuelos blancos cuyo movimiento fue desenacenándose en una sorprendente armonía y ver a adultos, ancianos, niños y jóvenes bailando… todas estas emociones se confabularon para que salieran de mis ojos las primeras lágrimas.
Minutos antes de que empezará el grupo más esperado de la noche, y aunque con muy pocas esperanzas de vernos, le envié nuestra ubicación a Castro, un gran amigo desde la adolescencia. Pero el universo me tenía guardada una sorpresa, en medio de la multitud, él pudo encontrarnos. Al verlo sentí una alegría enorme, pues Castro es de esos amigos que siempre están presentes y los llevas en el corazón.
Sonó de nuevo la marimba y los gritos se hicieron más fuertes. De nuevo, otra lágrima recorrió mi rostro y con mucha energía canté a todo pulmón, al tiempo que movía con más propiedad aquel pañuelo blanco.
Quinta alineación: el final
Al otro día llegamos al Petronio un poco más tarde. Esperábamos con ansias a la agrupación Chocquibtown. Iniciaron con la canción SOMOS PACÍFICO. Todos bailamos y movimos el pañuelo blanco. Chocquibtown tocó todas las canciones esperadas y al final cantaron “De dónde vengo yo”. En ese momento pensé que el lugar iba a explotar.
Al terminar el concierto me sentí profundamente feliz con la vida por haberme permitido este viaje; feliz de compartir con todo el pacífico, Tumaco, Guapi, Timbiquí, Buenaventura, Cajambre, Yurumaguí, Anchicayá, Palestina, Condoto, Itsmina, Nóvita, Tadó, Sipí, Nuquí, Bahía Solano, Pizarro, todos presentes en el Festival Petronio Álvarez. Feliz también de reconocer la diversidad de Colombia, esa diversidad que la hace única e irrepetible. Los sabores, los colores, todos tan diferentes, tan mágicos, cada uno representa una región distinta para hacer maravillosa a nuestra Colombia.
Hoy, después de vivir el Petronio, entiendo: los padres llevan a los niños al Petronio para que la tradición continúe, para que no olviden sus raíces, para que, como lo dice Adela, se sientan parte de algo: Los ancianos van para recordar, para sentir un pedacito de ese lugar que algunos hace tantos años tuvieron que dejar, porque a veces recodar con amor revitaliza.
Siempre he dicho que todos los lugares tienen una energía que los identifica. Hoy aún no sé cómo definir la energía del Petronio, sólo puedo decir que en el Petronio canté, bailé, lloré, sentí alegría, libertad y agradecimiento. Hoy después del Petronio, puedo decir que Colombia es pacífico, que todos somos pacífico… y que Yo Soy Pacífico. FIN
Recomendación:
Después de leer este pequeño escrito siéntese en un lugar tranquilo. Ponga en cualquier dispositivo que le permita reproducir música, la canción Amanecé de Herencia Timbiquí. Luego, imagínese un río caudaloso, color café oscuro en apariencia calmado y en las orillas manglares verdes y frondosos, después sobre ese río, imagine una balsa de madera, de esas largas y angostas. Móntese en la balsa, mire hacia el frente y regale una sonrisa a ese hombre alto, de piel tostada que va moviendo la balsa, mire hacia arriba y mire el cielo que, aunque gris es un lindo cielo. Cierre los ojos, inhale y exhale. Por último, ya en el Pacífico mientras escucha la canción permítase disfrutar el viaje.
*Kris Stefany Baena Botero nacíó en Medellín en el mes de Octubre de 1983.
Es Ingeniera Civil de la Universidad Nacional de Colombia. Amante de la naturaleza y de los animales. De sus abuelas heredó el amor por la lectura y gracias a su padre escucha salsa así como el fútbol siempre ha estado presente en mi vida gracias a él. Bailar una de sus pasiones, viajar la otra. Kris dice que “nada mejor que descubrir lo mágico de los lugares y de las personas”. Síguela en instagram como @Krispo.16
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