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Por: Mena Navarro*

 

Era año nuevo, ella me estaba abrazando cuando desperté. De pronto, un golpeteo en la ventana nos alertó, un pajarito tocaba con su pico el vidrio de la ventana. Ella intentó ahuyentarlo, pero el ave seguía en su tarea.


“Quizá está viendo su reflejo y cree que es otro de los suyos”, exclamó. Los presentes observamos, algunos con curiosidad y otros con incomodidad por el ruido que provocaba. Lejos estábamos de imaginar que se trataba de una llamada.


El ave venía para ofrecerle a ella sus alas, para que volara como un ángel e ir al cielo. Hubo un camino y no era dulce: desde ese año nuevo, el pajarillo estuvo ahí para recordarlo, aunque nadie lo notara, aunque nadie lo entendiera.


Esa mañana, un año nacía y la llama de ella, sin saberlo, se empezaba a apagar. Su vida se iba extinguiendo sin que nos diéramos cuenta. Cada día, a la misma hora, el pajarito llegaba con su llamada y la reiterada advertencia sonaba como golpeteo hasta la tarde, suceso que paradójicamente nadie entendió, ni ella.


Sus ojos alegres y nostálgicos se iban sombreando entre fiebres y dolores que empezaron a aparecer con los meses. No podía evitar mirarla sin sentirme triste. Trataba de animarla para que sonriera, pero mientras las alas que le traía el pajarito iban naciendo, su razón se desvanecía. Mi Rosa, entre sus delirios nunca me olvidó, aunque al verme no me recordara.


Moría el mes de junio y la vi por última vez, ella me miró con un soplo de razón, me conoció y eso me devolvió momentáneamente la esperanza. Al terminar la tarde, el pajarito voló y pocos minutos después, un cruel ser invisible le cortaba a ella el hilo de vida que la ataba a esta tierra. Su luz se apagó, sus alas crecieron y el pajarito jamás regresó.


Aunque el lector pueda intuir otra cosa, ella era mi abuelita y yo, una niña que a los 9 años aprendió que el amor duele.


Sé que con ella #JuntosContamos una con la otra, yo acá y mi Rosa, allá donde esté.

 

Relato dentro de la convocatoria #JuntosContamos. Esta es la segunda participación de Mena Navarro en El Relato del Domingo.

Lee su relato: El último deseo


*Bio: Administradora, aunque no le gustan las matemáticas, trabaja entre números y tablas de excel. Taurina desde 2013, dibuja para desconectarse. Se caracteriza por un humor mordaz y contestatario capaz de irritar a un contradictor si ante ella acude con cualquier argumento sin criterio ni respeto.


Imagen: Noel McShane

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