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Tina


Su biblioteca no es extensa, la mayoría de los libros que ha comprado o que le han regalado, fueron donados al colectivo y gozan de una especie de propiedad pública para todas, incliuidas las nuevas participantes. El propósito, acordaron todas, era que los libros no podían estar quietos o agarrando hongos.


Lograr que se rotaran la ideas conllevaba dos objetivos específicos: siempre había que incorporar nuevas `miembras´ y en la página 8 de cada uno guardarían mensajes clave que no pudieran ser hackeados o puestos en evidencia por sus enemigos.


Así las cosas, cada que un libro pasa de una mano a otra, de una activista a otra, en la octava página se puede leer, desde una consigna a favor de la sororidad, hasta un plan concreto para una “acción de hecho” en algún lugar de la ciudad.


La bilbioteca itinerante del Colectivo, cuyo objetivo es “aplastar para siempre al heteropatriarcado falocéntrico”, cuenta con libros de Nuria Valera, Naomi Alderman, Virgine Despentes y Emma Cline.


Tina ya puso a circular el borrador de un paper cuya aprobación le dará el mérito de concluir la introducción de su tesis sobre “las implicaciones sociales del lenguaje inclusivo en entornos no sexistas de la rumba bogotana”.


Beto


El uniforme está listo, los impactos que recibió la noche anterior no le hicieron mayor daño. Una piedra se le alcanzó a colar a la altura del tobillo y le hizo recordar el esguince que lo obligó a llevar muletas casi por un mes completo.


Aquella vez cursaba el bachillerato y detenerse un poco le hizo bien para afianzar su relación con su abuela, la valiente mujer que lo crió cuando su madre fue vencida por el cáncer. De su padre mejor ni hablemos, uno más de los ausentes.


Beto lleva dos años en el ESMAD y ha atendido varios desmanes en esa vertiginosa vida suya de mantener el “orden público”.


-“Mi moral es que las vacaciones son en ocho días y no voy a salir de la piscina”.


Beto mide 1.93 m y pesa 105 kg. Es un hombre fuerte al que se le olvidó llorar.


Dentro de los beneficios flexibles que tiene derecho como funcionario público está el de gozar del Club de la Policía en una ciudad intermedia, con clima templado.


Pudo haber escogido, eso sí, disfrutar esos días de descanso en su casa y recibir un bono especial para acceder a un mercado generoso. Beto vive en una habitación que le arrienda una señora pensionada.


Doña Gladys invierte casi toda su energía dilapidando su pensión en la terquedad de la visita a los casinos. El dinero que recibe de Beto se lo ayuda a administrar su sobrina Tina, el único ser que no la ha dejado de querer.


La primera vez que Tina y Beto se vieron fue la tarde del 16 de enero, cuando ella le golpeó a su puerta para pedirle ayuda. Doña Gladys, su tía, parecía haber sufrido un desmayo.


Entre los dos cargaron a la señora y en esa suma de esfuerzos innecesaria, puesto que él habría podido cargarla sola, sus manos se rozaron con una timidez extraordinaria. Lo siguiente fue una mirada profunda que se cruzó entre los dos, como si Doña Gladys, de repente, hubiera dejado de estar ahí.


FIN PRIMERA PARTE


-“Tranquila, señorita, no se esfuerce, yo la llevo”.


-“¿Quién le dijo que las mujeres no tenemos fuerza, machito”?


Beto bajó la mirada como si se tratara de un regaño. Sin embargo no soltó a Doña Gladys ni se ubicó para que el peso de la señora quedara distribuido de manera más equilibrada entre él y Tina.


Tina lo empujó para tener la prioridad de sostener ella la cabeza de su tía. Con un gesto cariñoso la peinó y le dijo que no se preocupara, que ella la iba a llevar a urgencias. A Beto le pareció un gesto extraño que su colaboración no fuera tenida en cuenta y aclaró “sí, Doña Gladys, la vamos a llevar para que la atiendan”.


Ambos, esa noche, luego de volver con el diagnóstico tranquilizador del facultativo, no pudieron dejar de pensar en el otro.


La idea de sacar al “tombo” de la casa de su tía no era plausible, al menos no por ahora. Por un lado podía investigarlo y por el otro, el dinero del arriendo le venía muy bien a la tía en su desafortunada organización financiera.


Tina quería que la habitación fuera tomada por una de sus amigas del Colectivo La Octava una vez hubieran sacado del camino al que consideraban un representante de lo más horrendo del patriarcado violador y asesino. Sin embargo, algo de este hombre comenzaba a estremecerla.


Antes de dormirse, dos inquietudes los conectaron a cada uno en habitaciones separadas aquella noche:


¿Quién era esta jovencita para decirle “machito” a manera de insulto, menospreciando su colaboración y sus buenas intenciones?


¿Quién se creía este tombo para imponer su fuerza física menospreciando que era ella, Agustina, quien realmente se había preocupado todo el tiempo de cuidar a su tía Gladys ante el desprecio de los demás miembros de su familia que la consideraban una irresponsable ludópata?


Por supuesto, Beto no conocía por ahora la debilidad de Doña Gladys por el juego.


-“Tía, no se gaste más plata por allá”. le dijo Tina cuando le vio llegar ojerosa y anémica tras una larguísima jornada de juego. A Doña Gladys las luces artificiales de los casinos le comenzaban a arrebatar el brillo de su piel y las arrugas debajo de sus párpados hacían que sus ojeras fueran cada vez más difíciles de ocultar.


-“Más bien métase conmigo a un curso que va a empezar, es para mujeres de todas las edades, mire…


En un volante verde con forma de puño se alcanzaba a leer:


“Va a caer, juntas somos más”,

Aporte: un libro, un encendedor o cajita de fósforos y un huevo de gallina feliz.

La fecha, el lugar y la hora.

Evento Pet Friendly. Se recibe comida para mascotas


Abajo, el logo del Colectivo la Octava con las redes sociales y un correo electrónico de contacto.


El reverso, todo de color púrpura, una única frase:


“El color púrpura es el de la lealtad, la constancia hacia el propósito, la firmeza inquebrantable hacia una causa”.


Parecía un evento del que aparentementemente todas ya tenían la información básica. Faltaba el lugar y la hora, información que sólo se comparte al final, para prevenir infiltradas. Iba a haber una invitada de Argentina que exigió no aparecer en la publicidad.


Tina quería demostrarle al Colectivo La Octava que el trabajo de base no sólo se debía hacer con las más jovenes, puesto que para comprender la dimensión del problema del patriarcado era imprescindible contar con los relatos de mujeres adultas mayores. El imperativo de conectar las generaciones bajo la consigna de la “sororidad” iba a ser contundente.


-“Tía ese machito no me le ha subido la voz ¿cierto? No me le ha irrespetado?” Le preguntó a Doña Gladys cuando escuchó que ella le hablaba sobre el incremento del servicio del agua.


-“No, ni de palabra ni de nada, es un joven muy formal”, le aclaró la tía.


-“Usté sabe que no me gustan los polochos, tía”.


Doña Gladys no le quiso contar a su sobrina que, a manera de agradecimiento, con el primer pago del arriendo, Beto le regaló un escapulario donado por una mujer a la que él le colaboró para proteger su carro de ventas ante la inminencia de un disturbio.


-“Don Alberto, estoy preocupada por esa niña, le encontré una cosa de esas con la que rallan las paredes, mire..” Al fondo de la bolsa resaltaba el pañuelo verde y una plantilla en stencil con el símbolo de anarquía.


-“¿La señorita esta fumando de esas cosas? usted sabe”, interpeló Beto.


-“Respete hijo, respete, ella no hace eso”.


Era la primera vez que Beto escuchaba a esta señora decirle “hijo”. Más que un gesto de cariño, sintió que se trataba de una aproximación para denotar algún tipo de autoridad basada en la experiencia.


Tina sí fumaba marihuana, pero su tía no estaba preparada para saberlo. De hecho, en la página 8 del libro “Fin del Techo de Cristal”, de la antropóloga española Susana Villafuente, quedó constatado que una de las acciones en público que haría La Octava, consistía en regalarles “galletas especiales” a los del ESMAD (Escuadrón Móvil Anti Disturbios). El plan estaba descrito así:


FIN SEGUNDO CAPÍTULO


PLAN PARA “ENGALLETAR” AL ESMAD:


Nuestra planta hará lo que el Colectivo no alcanza a hacer, vamos a debilitar al enemigo y al mismo tiempo le vamos a dar poder.


Trabar al Patriarcado, confundirlo, desorientarlo. La risa los debilitará….


En la última reunión, La Mosca, coordinadora zonal del Colectivo La Octava, volvió a explicar el plan. Las nuevas integrantes no alcanzaron a abrir aquella famosa página ocho del libro de Villafuente y era importante que todas tuvieran claro cuál iba a ser su papel.


Las autoridades ya estaban alertas sobre cualquier acción de hecho porque se sabía que el ocho de mayo habría todo tipo de manifestaciones feminstas en la ciudad.


“Chicas, recuerden”… les dijo La Mosca con una voz ronca, de fumadora aguardientera…


“… disfrazaremos a Raquel, La Pulga, Doña Rebeca y Francisca para que se hagan pasar por vecinas preocupadas. Doña Rebeca les va a decir que se encontró un panfleto de su hija. Irá a pedirles clemencia, contándoles sobre un supuesto plan de nosotras.


Irán con les aliades: Chiki, Doble U, Garbanzo y Piolín. Los cuatro llevarán camisetas con la consigna “PROVIDA” en color azul. Les llevarán kumis, gaseosa, las galletas mágicas, pan y aguaepanela. Las otras camisetas, las blancas que ya intervino Ruby dicen: “Apoyo mi policía” en letras negras.


Chicos, importante que algunas, pero no Doña Rebeca -enfatizó- usen lenguaje violento contra nosotras, con expresiones como “duro con esas feminazis”; “plaga misándrica”; “areperas” y todo eso que sabemos que dicen de nosotras. Demuestren indignación, rabia. La única que llamará a la paz será Doña Rebeca, porque se mostrará preocupada por su hija.


"Lo más clave es que esos manes se crean que ustedes están de su lado porque al comienzo van a desconfiar. Necesitamos que se coman esas galletas unas dos horas antes del encuentro. Luego se van a quemar la ropa para no dejar rastro, se cambian y se alistan para grabar el performance”.


Todos los preparativos tenían a Tina muy ansiosa, había coparticipado con La Mosca, desde el inicio, en la formulación del plan. La noche anterior, contrario a todo pronóstico, pudo dormir más de las 5 horas acostumbradas. La despertó un sueño que difícilmente podría contarles a sus compañeras de causa.


Cuando Beto golpeó la puerta de su habitación, nada le permitió siquiera imaginar que adentro, una Tina desnuda, bajo las sábanas, se daba auto-placer. Como desde un pozo, con ritmo cadencioso, distribuiba la humedad natural con su dedo corazón desde el fondo de su vagina hacia los labios exteriores.


Ese ejercicio elemental conectó, en nuestra activista, el más profundo deseo que se manifestaba en el sueño, con la implecable realidad de la vigilia. Tenía que ir a pagar el recibo del agua y para eso debía recibirle a Beto, previo acuerdo con su tía Gladys, la parte que le correspondía al funcionario del ESMAD para completar la suma.


Luego de recibirle el dinero a Beto, lo increpó: -“¿Usté se cree muy machito porque lo protege esa escalafandra robótica? El Estado Opresor se aprovecha de ustedes, polochos y los compra muy fácil con esos escudos, pero en el fondo ustedes son como todos los trabajadores de clase baja y media, sólo que llevan la rabia adentro y se vengan de su precaria existencia de machitos contra les estudiantes que sólo están armades con piedras”


Mientras le decía esto, se aproximaba a Beto para que sus palabras pudieran pronunciarse cada una, en un tono más bajito, pero cada vez más cerca a la oreja del policía. Él se sentió incómodo al principio y decidió no frenarla, en parte porque quería descubrir las intenciones de ella y en parte porque sentía que algo de razón llevaban cada una de sus palabras.


Cuando ya lo tenía prácticamente encerrado en este círculo de tensión-seducción, se subío a la cama para lanzarle la última insinuación desde arriba. Se le acercó a la nuca y le dijo: “yo creo que a ustedes les gusta lanzar lacrimógenos porque ni se les para cuando tienen una mujer empoderada al frente”.


Beto sintió un ruido afuera de la habitación, miró hacia el pasillo para ver si doña Gladys había aparecido y no alcanzó a decir “señorita, por favor cálmese”, cuando sintió que Tina comenzó a lamer tierna, pero apasionadamente el lóbulo de su oreja…


Tina era apenas dos años menor que Beto, pero en una charla sobre algún tema político podía parecer que le dictaba cátedra. Beto prefería no polemizar con la hija de su anfitriona.


Fingía asentir cuando notaba que ella lo que buscaba era sacarlo de su comodidad, sin embargo en él no calaba el discurso feminista y difícilmente alcanzaba a sentir algo de culpa por ser hombre o pertenecer a lo que ella llamaba, la “hegemonía del falocentrismo”, el dichoso “Patriarcado”.


Beto sintió que se trataba de una peligrosa emboscada, agarró a Tina del cuello y en un instante recordó a un compañero suyo que fue agredido por un grupo de manifestantes en la última marcha del día del trabajo.


Lo que ocurrió después hace parte de los recuerdos que Beto ha querido borrar de su mente, pero no lo logra. Llevado por un sentimiento colectiovo de rabia y venganza, junto con otros seis compañeros del ESMAD, agarraron a golpes con sus escudos a dos de los manifestantes que habían golpeado a su compañero.


Uno de los ciudadanos alcanzó a escapar, brutalmente herido y el otro tuvo que ser ingresado a urgencias para que los médicos le salvaran la vida. Sobre este incidente Beto deberá responder ante la justicia, porque un grupo de abogados pagados por el más poderoso sindicato del país, elevó una denuncia formal ante el organismo de control.


Beto fue suspendido una semana de sus funciones, pero otro abogado del Estado consiguió que el Juez le permitiera seguir trabajando fuera de las calles, en labores no relacionadas con la mision esencial del ESMAD en las mismas. Desde ese día, Beto coordina equipos de trabajo para charlas sobre Derechos Humanos y fue obligado a entregar informes sobre el desarrollo de estas actividades.


Esto, a juicio de las víctimas, no era más que una muestra de la indolencia del aparato de justicia y del cuerpo policial porque, según ellos, teminaba victimizando más a quienes padecieron la fuerza del Escuadrón y al mismo tiempo se constituía en un permiso para que esos funcionarios tuvieran carta blanca para seguir con sus excesos.


-“Agustina, cálmese, no nos metamos en problemas, le dijo Beto a Tina. No me obligue a…”


FIN TERCERA PARTE


La historia de Tina y Beto en #ElBesoClandestino está compuesta por 8 capítulos. Espera en esta página el desenlace completo.


*Capítulos publicados los días 16/05/2021; 23/05/2021 y 30/05/2021 en nuestra página de Facebook.

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